Parkinson: de qué se trata y cómo prevenirlo.

La discapacidad y defunciones debidas a la enfermedad de Parkinson están aumentando más rápidamente que las de cualquier otro trastorno neurológico. Hoy, en el día mundial del Parkinson, te compartimos una nota para informarte y prevenir este trastorno neurodegenerativo.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico y progresivo, que se produce debido a la degeneración de las células nerviosas en una parte del cerebro llamada sustancia negra, lo que resulta en la disminución de la producción  de dopamina, un neurotransmisor importante que ayuda en la coordinación del movimiento y  en la regulación del humor.

Se desconocen las causas de la enfermedad, pero se cree que  puede deberse a una compleja interacción entre factores genéticos y la exposición a factores ambientales como los plaguicidas, los disolventes y la contaminación atmosférica a lo largo de  la vida según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

La prevalencia de la enfermedad de Parkinson se ha duplicado en los últimos 25 años. Las estimaciones mundiales en 2019 mostraban un aumento del 81% de casos desde el año 2000.

¿Qué síntomas tener en cuenta?

A medida que la enfermedad avanza, los síntomas se vuelven más pronunciados y pueden incluir temblores, rigidez muscular, lentitud de movimiento y problemas de equilibrio y  coordinación.

Estos pueden variar de persona a persona y pueden afectar su calidad.

El temblor es un síntoma clásico de la enfermedad de Parkinson, suele comenzar en las manos y los dedos, pero también puede afectar la cabeza, las  piernas y la mandíbula. Este se puede intensificar cuando la persona está en reposo o bajo estrés.

La rigidez muscular es otra característica de la enfermedad de Parkinson, puede  afectar los brazos, las piernas y el tronco, lo que puede hacer que la persona se sienta incómoda, limitada en sus movimientos y dificultad para caminar.

Otros síntomas incluyen:

  • Pérdida de expresión facial.
  • Dificultad para tragar.
  • Sialorrea (exceso de salivación).
  • Dolor muscular o articular.
  • Fatiga, agotamiento fácil, cansancio crónico.
  • Cambios en la voz.
  • Trastornos oculares como sequedad de ojos, picor, visión doble o falta de enfoque visual.
  • Enlentecimiento de las funciones psíquicas (bradipsiquia) como reflejos alterados, fáciles caídas, insomnio, sueño muy fragmentado en la noche, despertarse muy temprano y no volver a dormirse, pesadillas vívidas, gritos nocturnos, somnolencia diurna.
  • Depresión y ansiedad.
  • Problemas de memoria y concentración.

La progresión de estos síntomas da lugar a altas tasas de discapacidad y necesidades de atención. Numerosas personas con la enfermedad de Parkinson también desarrollan demencia durante el transcurso de la enfermedad.

¿Cómo se diagnostica al paciente?

El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson se realiza mediante la evaluación clínica del paciente, teniendo en cuenta los síntomas que presenta, la historia clínica y la exploración  física.

Algunas pruebas complementarias pueden ayudar a descartar otras enfermedades que pueden producir síntomas similares. Estas incluyen estudios de imagen cerebral como la tomografía por emisión de positrones (PET) y la resonancia magnética nuclear de cerebro (RMN). 

Tratamiento 

El tratamiento de la enfermedad de Parkinson se basa en el control de los síntomas y en la mejora de la calidad de vida del paciente.

En lo farmacológico incluye la administración de medicamentos que aumentan los  niveles de dopamina en el cerebro, como la levodopa y los agonistas dopaminérgicos. Otros medicamentos pueden ser utilizados para controlar los síntomas motores y no motores de la  enfermedad, como fármacos que controlan molestias secundarias de muy diverso tipo (ansiedad,  depresión, insomnio, incontinencia urinaria, etc.). 

La cirugía también puede ser una opción en algunos pacientes con enfermedad de Parkinson avanzada que ayudan a seleccionados pacientes mejorar los síntomas de la enfermedad. 

La terapia ocupacional y física también puede resultar útil para mejorar la calidad de vida del  paciente. La fisioterapia ayuda a mejorar la movilidad y la coordinación, mientras que la terapia ocupacional ayuda al paciente a realizar tareas cotidianas como vestirse o  cocinar. 

¿Cómo prevenir el Parkinson?

Aunque no existe una forma conocida de prevenir la enfermedad de Parkinson, se cree que un estilo de vida saludable puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollarla.

Algunas recomendaciones incluyen: 

  • Realizar actividad física regularmente. 
  • Mantener una dieta equilibrada y saludable. 
  • Evitar la exposición a sustancias tóxicas, como pesticidas y herbicidas.
  • Mantener la mente activa y realizar actividades que estimulen el cerebro, como leer o hacer crucigramas.

Es importante que las personas que padezcan la enfermedad de Parkinson trabajen en  estrecha colaboración con su médico para desarrollar un plan de tratamiento que se adapte a  sus necesidades individuales. También es fundamental que los pacientes y sus familias tengan acceso a información y recursos sobre la enfermedad para poder tomar decisiones informadas y mantener una buena calidad de vida.

Quienes atienden a las personas con la enfermedad de Parkinson son generalmente familiares y amigos que dedican muchas horas al día a dichos cuidados, esto puede resultar abrumador para ellos, con alta presión física, emocional, económica y generar un gran estrés. Por eso, deben estatal tanto de la enfermedad, capacitados y siempre  recibir apoyo del sistema de salud pública. 

Hoy día nadie “se muere de Parkinson”. Su esperanza de vida es prácticamente igual que la de la media nacional. Lo que sí debe hacer la persona con esta enfermedad es cuidarse más por los problemas secundarios que puede provocar indirectamente la patología: tener mucho cuidado con el riesgo de tropezar y de caídas peligrosas (por los trastornos del equilibrio), protegerse bien de infecciones respiratorias (ventilan mal) y de orina, cuidar la deshidratación (por exceso de sudoración), cuidar una nutrición adecuada (no solo consumir lo  “fácil de tragar”), tomarse de forma correcta la medicación y realizar rehabilitación para mantener el estado físico. 

El doctor inglés James Parkinson describió la enfermedad de Parkinson en 1817,  exactamente con los mismos signos que observamos hoy día. La llamó “parálisis agitante”,  poniendo de relieve los dos “componentes” de la enfermedad: la rigidez (parálisis) y el temblor  (agitación). En 1997 la Organización Mundial de la Salud declaró el 11 de abril como Día  Mundial del Parkinson, coincidiendo con el aniversario del nacimiento del Dr. James Parkinson. 

Fuentes:

https://medlineplus.gov/spanish/parkinsonsdisease.htm

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/parkinson-disease